lunes, 19 de septiembre de 2011

Soltar la mano


Curita a la una, a las 2 y a las 3. Sin pensar, mecanismo que intento volcar acá y que ya tuve que usar dos veces en el día para poder funcionar y eso que no son ni las 11 supongo. Supongo porque no me quiero levantar de la silla para asegurarme. De nuevo podría usar el mismo truco de no pensar pero no creo que no sea necesario esta vez.
La primera del día fue post despertador. Abro mis ojos inconsciente me estiro y agarro el celular-despertador que suena con un sonido que nunca antes había escuchado y que creo q ya me olvide, o sea q tan importante no era. Todo lo q pienso en el interior de la cama parece importante y genial en ese momento pero en seguida q me levanto se diluye. Int/ext dos mundos opuestos, irreconciliables o habrá alguna dialéctica posible  de aplicar a este caso. Cuestión, q me levanto tras la un largo periodo de pausas en el despertador, hierve el agua para el mate ya vuelvo. Volví. Y en la cocina mientras ponía el agua en el termo pensaba que se nota que todavía no me desperté del todo porque estoy pensando en volver a acostarme. Todavía no le tomé el gustito a este día. Muchas veces el hecho de levantarme temprano y que haya sol es razón suficiente para arrancar bien. Pero hoy parece que no. Capaz debería darme una ducha o algo así, y sacarme la sensación de cama que aun tengo.
Porque hoy. Me levanté, me cambie y salí. Salí a sacarme sangre. Mi primera interacción con otros humanos fue con las señoras secretarias del laboratorio. Ella sí estaban bien despiertas y por lo q comentaron lunes a la mañana, filosofando. Tema edades. Me limité a decir que aun no estaba despierta. Espero. Me llaman, me sacan sangre y la ponen en el tubito. Siempre me llama la atención los aparatos que inventan. Como la ruleta donde ponen los tubitos con sangre y los hacen girar. Que ocurrencia, no?.
Bueno. Recuerdo uno de los pensamientos q tuve camino a laboratorio. Vi un señora armando un puestito muy chico con turrones y otras cositas, y pensé que iba a comprarle al salir, en vez d ir al kiosco. Empezar a fomentar los pequeños emprendimientos. Crucé la calle y estaba el puesto de verdura en la calle. A este también le voy a comprar. Dicho y hecho. Espinaca y dos manzanas 4$. Dos turrones $2. Pero los turrones estaban duros, al menos uno, el otro sigue en la mochila. Tengo q comprometerme más con el espíritu anarquista que llevo adentro. Hoy salí casi sin peinarme y bastante desprolija, eso cuenta? Volví caminando y casi sin mirara a nadie, como suelo hacer. En el edificio pagué las expensar al administrador (que feas palabras expensas y administrador, feas para una sola oración), subí y acá estoy. Empecé a comer una manzana pero me cansó y la dejé. Es me suele pasar con las manzanas, no sé q es lo q tienen que a veces no me las puedo terminar. Puse agua para mate, lo preparé y ahora tengo uno a medio tomar al lado, que ya se debe estar enfriando. En el próximo punto lo tomo. *


*me olvidé de decir y agrego ahora, (algunos dias despúes ) que la segunda vez del día que usé el mecanismo de no pensar , "como al sacarse una curita" fue cuando literalmente me saqué la cintaadesiva con el algodon que tenía en el brazo. Rápido, porque si lo hacés despacio duele más.**

** al menos eso dicen, pero no sé si es tan cierto. A veces conviene sacarla despacito y con un poco de agua tibia para q se vaya el pegote.

miércoles, 14 de septiembre de 2011


(de fines del 2009, creo)
La persistencia de la langosta

Contagiada por un leve espíritu ambientalista
y porque me da impresión aplastar insectos grandes
(es más fácil con los chicos, no se siente ese crujido jugoso al aplastarlos,
que despierta culpa y asco a la vez),
agarré a la langosta con los dedos y
aunque luchaba por liberarse
la tiré por la ventana
del segundo piso.
Pero como si la gravedad no la afectase,
ni bien la solté , encaró de nuevo para adentro
decidida.
Entoces me le adelanté
y creyéndome muy inteligente
cerré la ventana
como para disuadirla,
y seguí con mi vida.
Como no entraba ni una gota de aire,
pasado un tiempo razonable
me acerqué para abrir el vidrio.
Pero ahí estaba,
ahora
parada sobre la transparencia,
al acecho,
desafiando una vez más
la ley de la gravedad.
Subía y bajaba por el vidrio
a paso lento
pero firme y decidida,
muy decidida
demostrando que lo hacía
sin ningún esfuerzo.
Me alejé
convenciéndome de que no estaba pasando nada.
Lavé ropa,
puse música
y hasta lo disfruté.
Pero ella seguía
en la ventana.
Adentro hacia cada vez más calor.
Probé todas las estrategias que imaginé
Abrí apenas una rendija,
también apagué la luz y
me quedé a oscuras.
para ver si era eso  lo que la atraía
(otra de mis teorías).

De esto ya hace un mes.
Adentro hace cada vez más calor
y la langosta sigue ahí.
Su fosforescencia
en la ventana
se hace más visible a la noche,
cuando estoy sola.
Y aunque no se ganó un lugar en mi casa,
sí tiene mi respeto.
Y pienso
que si en un descuido
abriera la ventana
rápidamente se apropiaría
del lugar,
de mi cama,
de mi mesa blanca
y de la silla más cómoda.