miércoles, 11 de julio de 2012

Me desperté con dolor de pantorrillas, como si hubiese estado saltando en puntitas de pie toda la noche, en un recital por ejemplo, ya que al momento de agitar a las más petisas nos toca asumir esa acción, o subirnos a los hombros de algún robusto. Creo que no lo hice, estoy casi segura de que apenas me moví un poco porque la cama no se deshizo para nada, ni se cayó la bata que puse encima para no tener que estirarme en la mañana para alcanzarla y así facilitarme a mi misma el salir . Nada de eso ocurrió, no salté  ni me levanté temprano ayudada por la bata. Más bien me quede hasta el mediodía enfiaquecida con el sonido Safari del despertador cada 10 minutos, despegándolo de alguna parte de mi cuerpo siempre inesperada.

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